El viaje que cambió mi vida
- Vanesa
- 12 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Todo comenzó con un accidente de moto, un día yendo al trabajo. Rompió mis planes en los siguientes 6 meses, dejándome de baja encerrada en casa sin apenas salir o moviéndome con unas muletas. Es verdad que aunque me intentaba mantener positiva, era algo difícil dadas las circunstancias. Por fin recibí el alta y puede volver a mi vida real. Casi nada mas incorporarme, me dieron las vacaciones de invierno. Intenté organizarlas con mi novio, y me dijo que no podía en esas fechas. Así que, comencé a pensar en realizar el curso de buceo, que llevaba años deseando hacer.
Me puse en contacto con un centro de Calpe que me proporcionaba un precio muy económico y con alojamiento incluido. Tenía sede en Madrid por lo que pude recoger los materiales en el centro en unas oficinas.
Todavía recuerdo cuando me dieron un sobre con un libro y un DVD, lo cogí, lo abracé y pensé: ¡¡por fin lo voy hacer!!! Tal era mi emoción, que iba con mi libro por todas partes, lo leía en el metro, en el autobús...

Después de unas semanas, ya estaba montada en el coche de mi compañero, camino de Calpe. Llegamos para cenar, acostarnos pronto y empezar el curso al día siguiente bien temprano.
Comenzamos con una parte de ejercicios en la piscina, el segundo y tercer día ya estaba la parte interesante del mar.

En cuanto salté del barco y empecé a descender. Entendí, porque los instructores llaman bautizos a las primeras experiencias de buceo. Nos muestran un nuevo mundo, nos enseñan el silencio, el estado puro en contacto con la naturaleza, el encontrarnos con nosotros mismos, al final es un renacer.
Quedé tan atónita de esta experiencia, que solo pensaba en cuanto me gustaría volver estar ahí de nuevo.
Para celebrar nuestra certificación del curso, nos propusieron, una barbacoa la misma noche que terminamos. Allí estábamos todos los compañeros del curso y un par de guías. Uno de ellos, contaba como había estado trabajando en Tailandia, el coral, tiburones... Le escuchaba anonadada, sin terminar de creer que eso pudiera existir, que ese trabajo fuera real, que se pudiera viajar por el mundo, haciendo esto. Él sin saberlo, dejó una semilla en mi cabeza, que durante esa noche germinó y comenzó a crecer, crecer, crecer...
Tanto fue así que sentí que después de 27 años había encontrado, un camino, algo que hacer. Había algo dentro de mi, un sueño, una esperanza, un plan de vida. En estos tres días había cambiado todo de repente. Por primera vez, no sentí miedo, si no ganas de cambiar y ver que me depararía el futuro.

Llegué a Madrid con una bolsa llena de ilusiones y esperanzas, una visión de cumplir esa tierra prometida Tailandia. No sabía cuando, pero sabía que lo cumpliría. Abrí la puerta de mi hogar y como era de esperar los primeros que vinieron a saludarme eran mis gatos. Después mi ex me rodea con su brazos y me dice cuéntame, como te ha ido. No sabía ni por donde empezar, así que le hice un resumen, de las sensaciones de bucear y mi nuevo plan de vida.
Él, que creía conocerme, me dijo: Vane vienes muy motivada del viaje es normal que pienses en eso, pero se te pasará en unas semanas.
No le culpo el no podía entenderlo, no había estado allí, no me había visto, su voz hablaba de su realidad, la cual distaba, mucho de la mía.
Hay momentos en la vida, en los que me he encontrado, que la gente de mi alrededor, no confiaba en mi. Me di cuenta en esta ocasión, que la única confianza que necesitaba era la mía. Mi novio quería hundir mis sueños, con lo que el no contaba, es que mis sueños estaban bajo el agua y para ir allí hay que hundirse.
Comments