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VOLVER

  • Vanesa
  • 6 oct 2020
  • 2 Min. de lectura

Cuando nos vamos a viajar por el mundo, somos unas personas, y cuando volvemos, somos otras muy diferentes.


Dada la situación actual con la pandemia que nos rodea, casi toda la gente que conozco, han tenido que volver a sus países natales. Algunos después de meses y otros después de años y años, a reinventarse, dado que el turismo está muerto.


Cuando nos vamos, parece que se nos divide el alma en mil pedazos, dejamos atrás todo aquello que conocemos, nuestra familia, amigos, nuestro día a día, la zona de confort... Todo por un nuevo trabajo, una nueva aventura, un sueño.


Image by Thanks for your Like • donations welcome from Pixabay

Los primeros meses siempre son los más difíciles. Hasta que conoces gente, haces de tu alojamiento un hogar, conoces el lugar, y ya no te pierdes para volver a casa jajaja. En esos momentos echas de menos lo que tenías, TU VIDA, tus amigos, a tu familia, a ese sitio donde dormías que ya tenia un olor que te recordaba a hogar.


Empiezas una vida y al final tenemos que aprender a vivir en el lugar donde nos encontramos sin pensar de forma continuada en lo que dejamos atrás.


Si viajas mucho y te mueves mucho de lugar. A final no podrás viajar con muchas cosas, ni llevarte recuerdos, ni a toda la gente que conoces en el camino. Por lo que, el desapego forma parte de nuestro día a día.


Las experiencias, la necesidad y las personas que conoces, te hacen aprender y ser resolutivo en ciertos momentos. Es innegable que te hace crecer como persona.


Image by Gerhard G. from Pixabay

Ahora volvemos a nuestros hogares, con una mochila llena de sueños que se han tenido que parar, por toda esta pandemia.






En mi caso, me encuentro volviendo a una ciudad que si algo me representa son los recuerdos y la melancolía. Apenas recuerdo ni el nombre de las calles, ni apenas ningún bar o restaurante que aún siga abierto, es un nuevo Madrid a descubrir.


Nos encontramos con nuestras familias y amigos de siempre, las relaciones están mas frías, dado que llevas años fuera, ellos ya no se acuerdan de avisarte para los planes dado que hace años que no estás entre ellos.


Por otro lado, ya tenemos una edad en la que algunos tienen hijos por lo que no tienen tiempo para dedicarte, como era antes.

Con los pocos con los que te reencuentras son personas que quizás no elegirías en este momento de tu vida para que estuvieran en tu camino.


Al final, el cambio que ha habido en uno mismo es claro, y nos afecta a todo, nuestras preferencias, nuestro amigos y a la forma de vivir.


Lo único que nos queda es ver si somos capaces de reencontrarnos con nuestros amigos desde otro punto o con dolor de corazón dejarlos en el recuerdo que nos acompañaban en nuestros viajes.


Dedicado a Patri, Mario y a todos y todas las viajeras que se encuentran en situaciones parecidas.








 
 
 

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